viernes, 6 de marzo de 2009

OBVIO

Esta historia la recibí así por e-mail y tal como me la mandaron la edité, simplemente porque me encantó. La única cosa que hice fue cambiarle los nombres y los apellidos, si acerté el de alguna familia fue pura casualidad.

Samuel regresaba en tren a su pequeña ciudad de Villa Domínguez (ER) en donde residía, después de haber permanecido durante una semana en Buenos Aires, por razones comerciales.
Frente a él estaba sentado, en el tren, un joven al que nunca había visto.


Samuel, que tenía un carácter muy sociable, rápidamente le entabló conversación al presentarse a sí mismo:


-Mi nombre es Samuel Mandelbaum.


-Mi nombre es Jocobo Horowitz.


Se estrecharon las manos y Samuel le preguntó:


-¿A dónde se dirige usted, Sr. Horowitz?


-A Villa Domínguez.

¿Villa Domínguez? ¡Qué casualidad! Hacia allá también me dirijo yo, pues ahí es donde vivo.


Samuel examinó a Jocobo de pies a cabeza y luego le preguntó:



-¿Usted es casado?



-No.


-¿Vendedor viajante, me imagino?


-No, no.

- Ah! ¿Entonces va a Villa Domínguez por motivos de negocios?


-No. Es apenas una visita social.


-¡Ah sí? ¿Usted tiene parientes en Domínguez?


-No, no tengo.

Entonces Samuel se puso a razonar calladamente de la siguiente forma: si este joven no es casado, no es comerciante viajero, no va por negocios y no tiene parientes en Domínguez. Entonces, ¿Para qué viene a esta ciudad?

Obviamente que viene a visitar a una muchacha para conocer a su familia, y probablemente para confirmar un compromiso matrimonial.

¿Pero quien será esa muchacha?

¿Será de la familia Rabinovich? No puede ser, porque ellos solo tienen una hija que se casó hace seis años.

¿Será de la familia Cohen? Sería un absurdo, pues ellos tienen dos hijos y la hija vive en Israel.

¿Será de la familia Jaján? Casi imposible, porque su única hija solo tiene diecisiete años. Demasiado joven para casarse y su padre no se lo permitiría jamás.

¿Será de la familia Medvetzky? No, porque la gurisa Medvetzky ya está comprometida con el hijo del sastre Melnick.

¿Será de la familia Seltzer? No creo, por que la de Seltzer tiene por lo menos treinta años y ya ha perdido las esperanzas de casarse y de todos modos ella está ahora de visita en lo de su tía Miriam que vive en Basabilvaso.

¿Será de la familia Jaroslasky? Imposible, porque su hija soltera todavía está estudiando en el colegio en Paraná y no podrá venir a su casa hasta las vacaciones. Así que ella no podría estar ahora en Domínguez.

¿Será de los Pfeiffers? No, porque ellos son ricos y orgullosos; no dejarían jamás que su hija se se casara con alguien que no fuera lleno de plata.Y este muchacho puede ser muy simpático, pero lleva puesto un traje barato y desgastado y además no viaja en coche, sino en tren. Así que a los Pfeiffers los descartamos.

¿Será de los Guercovich? No puede ser, por que la de Guercovich se va a casar la semana que viene con un dentista de Gualeguay.

¿Será de los Mayer...? ¡Pero seguro! Porque ellos tienen tres hijas casaderas: Ruth, Esther y Nora.

Pero Ruth tiene por lo menos unos quince quilos de sobrepeso y no creo que a este muchacho, que tiene buena pinta, se le ocurriría elegirla a ella.

¿Y la Esther? La Esther es una viuda joven y hermosa, pero tiene un gurisito de dos años de edad y casi nadie desea cargar con hijos ajenos.

¿Y la Norita? ¡Ah sí! La Norita es una gurisa alegre de ojos pícaros... ¡Y la semana pasada fue a Buenos Aires a pasar un final de semana!

Con una amplia sonrisa, Samuel extendió su mano. Y dirigiéndose a su compañero de viaje le dijo:

-Horowitz, permítame ser el primero en felicitarlo.


-¿Felicitarme a mí? ¿Por qué?


-¿Cómo por qué mi amigo? Por su próximo matrimonio con la señorita Norita Mayer.


Tan pronto como Samuel retiró su mano, Jacobo balbuceó:


-Pero si yo no he hablado con nadie sobre este asunto y ni siquiera con sus padres. ¿Cómo pudo usted enterarse?


-¿Qué cómo me enteré? ¡Pero si era OBVIO hermano!