martes, 21 de octubre de 2008

GAUCHO CON NOTEBOOK


¡Qué tal hermanos, cómo les va?

Estuve en Villaguay, en el mes de diciembre, atendiendo a una invitación personal que me hizo mi gran amigo el "Abrojito".

Bueno, resulta que mi "cumpa" me reservó una habitación en el hotel Arandú, dejando bien claro que no debían cobrarme nada ya que él se encargaría de pagar la cuenta. Y además, aunque no había ninguna necesidad, porque esa gente es maravillosa, les solicitó que me trataran con gran deferencia, pues yo era un reconocido profesor de la Universidad y qué se yo cuantas otras cosas más. Es la hospitalidad entrerriana.

Bien, pero como hacía más de un año que no andaba por la Provincia antes resolví pasar por mi querida Gualeguay, para reencontrarme con los amigos, caminar por la antigua chacra que papá tanto cuidara y revivir no apenas el pasado sino también los matices, aromas y perfumes entrañados en la memoria.

Llegando a la chacra, revolviendo el viejo ropero, encontré mis “pilchas” gauchas, bombachas (por más que uno engorda nunca quedan chicas!), pañuelos de cuello, cintos (no caben), fajas, rastra, facón y envuelto en un plástico -para que no lo agarren las polillas- dentro de una caja, mi querido sombrero de ala ancha. Imaginen lo rápido que me vestí.


Cargué el equipo de mate. Pasé por la talabartería del Bicho Delgado, compré cinto, alpargatas y algunos regalos. En la estación de servicio adquirí un CD de los Majestuosos del Chamamé y otro del Monchito Merlo y escuchándolos, feliz, me largué por la Ruta 6. Visité amigos en Galarza, parientes en Tala y de tardecita llegué a Villaguay.

Ataviado de gaucho estacioné en la puerta del hotel, bajé, pedí una habitación simple y me sorprendo al escuchar que no hay lugar. No puede ser, dije, pero si yo tengo una reserva.

-¿Una reserva? ¿A nombre de quién por favor? Me dijo muy amable la simpática gurisa.

- Soy el Licenciado Capurro, respondí, y tengo una reserva.

Y con mucha cara de sorpresa, mirando mi vestimenta, dijo: -¡Ah! ¡Discúlpeme por favor! Su reserva está aquí anotada. Es que el hotel está lleno para nuevos huéspedes por causa del festival, pero no se preocupe con la suya no hay problemas. ¿Dónde dejó el auto? Puede colocarlo en el estacionamiento. ¿Tiene valijas? ¡Ya le mando el chico para que se las baje!

El gurí, vaya a saber que le habrían dicho de mí, al principio parecía sorprendido, pero ahora ya repuesto, sonriendo pícaramente dijo: - Por aquí… “licenciao”… y me acompaño hasta el auto.

En ese momento llega mi amigo y hermano, el Abrojo, a la puerta del hotel y largando el auto medio atravesado sale para darme un gran abrazo, al grito de: ¡Me alegro’e verte hermanito ‘el alma! ¡Gauchos como estos quedan pocos! Vení que quiero mostrarte el hotel, te va a gustar, las habitaciones tienen aire acondicionado, tenés servicio de bar, te lavan y planchan la ropa, también podés usar la internet a voluntad y a vos que te gusta usar el notebook acá te funciona en cualquier lugar del hotel sin conexiones, tienen wireless.

-¿Sabés que me olvidé el notebook en Gualeguay hermano? Le respondo.

-¿Te lo olvidaste?

Y el gurí, que iba adelante con la valija, dijo: “¡Ajá? ¿Lo habrá dejao arriba ’el caballo?... Licenciao”

No conseguimos parar la carcajada.

1 comentario:

Pablo Daniel Velazquez dijo...

Hola comprovinciano. Acabo de descubrir tu blog de pura casualidad. Me reí con lo de la "notebook". Soy de Paraná pero estoy viviendo hace casi 9 años afuera de la provincia. Si te gusta la música, te invito a visitar mi blog. Un saludo.