martes, 19 de enero de 2010

NO SÉ P'ANDE AGARRO




Nota: Ésta, como todas las que aquí se escriben, es una historia verdadera por eso los nombres de los personajes fueron cambiados, si existiera alguna semejanza de apodo, nombre o apellido es pura coincidencia. Las fotos no me pertenecen, ni a ninguno de los personajes, las bajé de internet para que tengan idea del estilo o de los lugares

Masita jugaba un partido de truco, después de comer un tremendo asado regado a buen vino tinto.

Jugábamos de seis, así que había mano común (toda la vuelta) y pica-pica (mano a mano). En un momento determinado le toca a Masita jugar la mano, pero todos nos paramos cuando lo vemos con el mentón apoyado sobre el puño cerrado y mirando para arriba, abstraído, meditativo, circunspecto, era el modelo perfecto para una escultura Auguste Rodin.

¿Qué estaría pensando? Por unos segundos se hizo un silencio pesado en el grupo. Muchas cosas pasaban por nuestras cabezas intentando imaginar el motivo que llevara al mutismo de nuestro compañero, justo él que, entre todos, siempre fue el más alegre.

De repente, con la sutileza que le es característica, el Abrojo le dice: ¿Pero que mierda te pasa hermano? ¿Vas a jugar o nos agarraste p’al churrete? ¿Qué carajo estás pensando?

Y Masita, siempre con los ojos fijos para arriba, responde: Estoy aquí pensando hermanos y bastante indeciso. ¡Es que no sé si agarro p’al lao del vino o p’al lao del “güisky”!. Mientras apuntaba el dedo para la alta estantería, llena de botellas, que estaba a su frente cerca del cielorraso.






lunes, 11 de enero de 2010

No puedo comer?

Nota: Ésta, como todas las que aquí se escriben, es una historia verdadera por eso los nombres de los personajes fueron cambiados, si existiera alguna semejanza de apodo, nombre o apellido es pura coincidencia. Las fotos no me pertenecen, ni a ninguno de los personajes, las bajé de internet para que tengan idea del estilo o de los lugares


Esta es rápida.





Sucedió hace algunos años atrás, antes de una Navidad.


Estábamos saludando y brindando a cuenta en el Club Social de Gualeguay cuando ante un desafío irrecusable resolvimos jugar un partido de truco por un lechón.

Claro que ninguno iría a comprar un chancho, así que el partido era por 100 pesos.



De un lado el turco Kaplan haciendo par con el "gaucho judío" Erscovich, del otro el diputado "Miloco" y éste que narra la história.


El partido había sido determinado a dos chicos seguidos y, en caso de empate, un único bueno.





"Miloco", como todo político, siempre andaba apurado -nunca supe por qué- y como ellos nos ganaron el primer chico y nos llevaban mal en el segundo, no se aguantó y les echó la falta envido de mano.


Pícaro el turco y conocedor del oficio se la aceptó. Yo tenía 29 y esos no son tantos ni para hacer seña, así que pensé: "Miloco" tendrá un camión. Pero el sinvergüenza no tenía nada, cantó 24, que el turco le mató con 30 y así fue que perdimos.


Yo no dije nada y ya estaba hechando mano al bolsillo, pero me había calentado por la manera estúpida de perder y "Miloco" se dió cuenta al tiro, así que rápidamente dijo: Dejá Angelito, esta la perdí solo y la pago solo también.


Entre que sí y que no sacó un billete de 50 pesos y lo tiró arriba de la mesa diciendo: Ahí tienen che!


- Pero esto no alcanza para el lechón. Dijo el gaucho Erscovich 


- Cómo que no alcanza?  Para un lechoncito alcanza, si es para el turco nomás, o vos ahora comés lechón? Dijo Miloco, mientras nos guiñaba el ojo al turco y a mí.


- Mirá hermano, creo que vos estás equivocado con nosotros los judíos, te voy a explicar: No es que nosotros no podemos comer chancho, lo que no podemos es comprarlo, así que dale 50 pesos más al turco para que lo compre para mí. Entendiste che?