viernes, 15 de mayo de 2009

MI LOCO

Nota: Ésta, como todas las que aquí se escriben, es una historia verdadera por eso los nombres de los personajes fueron cambiados, si existiera alguna semejanza de apodo, nombre o apellido es pura coincidencia. Las fotos no me pertenecen, ni a ninguno de los personajes, las bajé de internet para que tengan idea del estilo o de los lugares

Después de muchos años de lucha fui agraciado con un empleo en la Cámara de Diputados de la Nación. La función para la que fui investido era de Asesor Secretario del Presidente de la Comisión de Vivienda.

El Presidente era un Diputado
electo por la Provincia de Buenos Aires,


aunque era
entrerriano,

de Rosario del Tala.

Dicen que todos los locos son de Tala
y coincidentemente, el sobrenombre con el cual lo apodaban sus mejores amigos era “Miloco”, palabra que fue inventada por el Gordo Remo, que lo llamaba al principio de “loco mío”, después lo transformó en “mi loco” y finalmente “Miloco”. Aunque había sido electo por el voto bonaerense, nada de eso lo impedía de ser uno de los diputados que más luchaban por Entre Ríos.

Miloco era la escencia del entrerriano, divertido, ingenioso, cojudo, arrebatador, lleno de “chispas”, atrevido y con esa pizca de pícara maldad que tienen todos los “panza verdes”.

En esa época yo había vuelto a estudiar, por la noche cursaba la Facultad de Derecho de la UBA – Universidad de Buenos Aires y alquilaba un departamento en el barrio de Balvanera, que me quedaba cerca del trabajo y de la facultad.

Un sábado por la mañana estaba yo tranquilo en casa cuando suena el teléfono, era el Ministro de Obras Públicas (un sábado!!!) que quería entrar en contacto urgente con el Diputado ya que el Gobierno quería una reunión ese mismo día a la tarde; querían que él asumiese la Presidencia del Banco Hipotecario. Le informé que el Diputado estaba en su estancia en Entre Ríos, pero que de algún modo entraría en contacto.

Me fui hasta la sede de un club de radioaficionados y desde allí conseguí comunicarme con “Miloco”. Me pidió que llamara su chofer y su Jefe de Gabinete y que lo fuéramos a buscar al aerodromo de Don Torcuato, así lo hicimos.

El día era gris y pesado, se aproximaba una tremenda tormenta. A mí siempre me pica la naríz antes de las tormentas y comienzo a estornudar. Cierta vez una profesora me dijo que eso sucede porque el ozonio baja hasta la superfície. Será verdad?

Miloco había llegado rápidamente, vestido como estaba en la estancia, con un pantalón de gabardina beige, camisa azul, y pañuelo de seda al cuello, combinando con la camisa. Botas cortas de carpincho y un cinturón del cual nunca me olvido porque la hebilla era de aquellas que se usan en rastras, de plata, con las iniciales en oro, que el había mandado colocar en un cinto de carpincho muy bien trabajado, hecho por el Bicho Delgado, famoso talabartero de Gualeguay. Les cuento esto porque de tanto admirarle ese cinto él me lo regaló con hebilla y todo.





Subió al auto todavía en la pista (teníamos esa mayordomía) nos saludó a todos con alegría y enseguida nos pidió que lo lleváramos al Banco Hipotecario. En el coche además de nosotros estaban el Mellizo, que era el chofer y el “gallego” Ferrero, Director del Congreso que se desempeñaba como Jefe de Gabinete de la Comisión.

Menos el Diputado, los tres estábamos de traje y corbata.

Paramos el auto en la calle, del lado de afuera, donde el Melli se quedó. Entramos por una puerta lateral y caminamos por los corredores (parece un laberinto), un Secretario nos llevó hasta el gabinete donde nos esperaba el Ministro y dos funcionarios del Banco.

Miloco quería aceptar el cargo pero no le daban libertad total para colocar sus propios colaboradores. La reunión se extendió durante dos largas horas y los pormenores no vienen al caso.

La lluvia se había largado con todo una media hora antes de acabar la reunión. Terminada la misma, uno de los Directores llamó un ordenanza y le pidió que acompañara al Diputado y su secretario hasta la salida.

El ordenanza nos saludó atentamente y después de observarnos de arriba a abajo, dirigiéndose al “gaita” Ferrero le dice: Por favor sígame Señor Diputado.

Yo ya estaba por abrir la boca, pero Miloco se pone un dedo sobre la boca pidiéndome silencio.

Y el tipo seguía: Por aquí Señor Diputado. Cuidado con la escalera Señor Diputado. Yo le abro la puerta Señor Diputado etc

Cuando llegamos a la puerta de salida y la abríó... ay ay ay!!! no les puedo explicar lo que llovía, era un diluvio.

El ordenanza tomó un paraguas enorme, que parecía una sombrilla de playa, y preguntando cuál era el auto, lo abrió y condujo al “gaita” hasta el coche, abriéndole la puerta de atrás.

El mellizo dio una marcha atrás y se colocó bien delante de la puerta, mientras el ordenanza volvía con el paraguas. Llegando, me pasa una mano sobre el hombro para llevarme hasta el coche y dándose vuelta le dice a Miloco: Primero lo llevo al Secretario.

Llegué al coche y el ordenanza volvió. Mientras limpiaba con la mano los vidrios empañados veo que el portero llega al Banco y, entrando, cierra el paraguas. Acto seguido lo veo al Diputado corriendo hasta el auto, donde llegó hecho sopa y muriéndose de risa.

Yo estaba indignado, quería volverme y agarralo a patadas al tipo. Pero Miloco me dice: Dejalo, pobre tipo, cuando se entere de lo que hizo se va a querer morir de vergüenza.

Y yo pregunto: Pero qué pasó? Por qué no te acompaño? Por que lo dejaste que te haga eso?

Y él nos cuenta, dando grandes carcajadas, que el portero llegó y le dijo: Yo allá afuera no vuelvo más hasta que no pare! Así que vos “gordi” mové las bolas y corré hasta el auto porqué te vas a mojar todo!!!

Y jaaaaaaaaa ja ja ja ja!!! No paraba de reírse.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Jajajajajaja qué "loco" el chabón... y eso pasa cuando calificamos a la gente por su vestimenta...
muy buenas anécdotas che

Unknown dijo...

que casualidad!! yo conoci el hijo de miloco... lo podes creer??